No Basta una Década

No es posible ignorar la realidad que te circunda, sea grata o desagradable cuando se posee un afecto particular por ese mismo entorno.

Es lo que puede sucerderle a alguien como yo que, a pesar de no ser oriunda de esta ciudad, la siente como suya, por haber sido abrazada por su humanidad hace ya muchos años atrás, fascinada por su belleza tan propia, tan auténtica, pero ya casi difuminada por el desamor de sus habitantes.

Tanta dificultad por superar, tanta sufrimiento viviendo en cada esquina, y pareciera ser transparente a los ojos de los poderosos, de los que poseen el poder de transformar la sociedad en pro del bienestar de los ciudadanos.

Pero lamenteblemente en nuestra nación se está haciendo común el mal hábito, no sólo de negar el desastre, sino de prohibirlo. Así, lo que está prohibido siemplemente no existe.